domingo, 16 de marzo de 2014

Fragmento IV

Sus sábanas vuelven a estar frías y sus olvidos pesan más que sus recuerdos. Duerme desnuda para que sus sueños puedan tocarla piel con piel.

Cada día la misma rutina, un café, unas bragas y la única camiseta que aún conserva de él. De fondo aquella canción que tantas veces bailaron, y que ella, a día de hoy, no puede evitar volver a hacerlo. Baila como si tuviera a todo un teatro pendiente de su actuación. Se gusta, se sabe preciosa, pero sólo es porque en su mente aún baila entre sus piernas.

La mañana acaba de comenzar y su noche llega con los últimos acordes de aquella canción.
De su canción.
La de los dos.

Ya no sabe que ponerse. 
Aún guarda esos vestidos que sólo se ponía para él. Le duele tenerlos pero si se deshace de ellos también lo hará de ella misma en otro tiempo. Le recuerdan demasiado a lo que fue, a lo que quiso ser pero no pudo.

Un poco de maquillaje, lo justo para que nadie note el peso de sus sueños cayendo a plomo sobre su sonrisa. 
La última se la llevó él con el último te quiero.

Sus pasos parecen seguros, se preocupa demasiado de que nadie note que es una ciudad en ruinas, ciudad que todo el mundo visitaría pero en la que nadie querría quedarse a vivir.

Su caminar sin sentido le lleva al mismo sitio de todos los días, a aquel banco de aquella vieja estación donde se dieron su primer beso de vuelta a casa, donde los recuerdos son los dueños de esas vías oxidadas por el tiempo.

Empieza a caer la noche y le falta su calor, sus brazos rozando su piel, sus labios susurrando un "para siempre".
Una lágrima cruza de pronto su rostro, lleva su nombre y apenas tarda un instante en borrarlo.

Mira su reloj.
Espera a ese tren que deshaga sus pasos, ese tren en el que él se fue y en el que su sonrisa dejó de tener sentido.
Ese tren que si lo coge le devolverá lo que es suyo, y no harán falta más andares fingidos, ni más vestidos llenos de su olor.
Ese tren que le hará olvidar, que le hará ser lo que un día quiso, que le hará cambiar para no volver jamás.

Ese tren que nunca llegará.