miércoles, 25 de diciembre de 2013

Como si no doliera.

Por los que están,
por lo que se fue y luego vino.
Pero es que tú no vienes,
y yo brindo con cualquiera
para tener una excusa más para beber
y una razón más para escribir.

Escribir, del verbo echar de menos.
Y beber, mucho, como si no doliera.
Amor.

Cuentos.

Acabo de ver una película porno
en la que al final se enamoran.

Y he llorado.

Nadie cuenta que las princesas
se hacen las dormidas
para que sus príncipes
puedan verlas, durante años,
soñar con lo que pasará
después del beso que las despierte.

Nadie sabe que Caperucita Roja
ya venía de ver al lobo,
que la comía mejor
que cualquier Príncipe Azul,
y que los enanitos venían cantando
después de trabajarse a Blancanieves.

Aquí el tiempo sí que pasa,
y campanilla se ha dado a la bebida
porque Peter Pan no quiere
echarle un polvo mágico
para que deje de volar en círculos.

Voy a matar al puto conejo
que no para de recordarme
que nunca podré tirarme
a la reina que rompe
todos los corazones
que pasean por su jardín.

Siempre fui el niño
que se perdía en todas las camas
y nunca jamás volvía.

Pero ahora
eres tú, Julieta,
la que escalas a cualquier
ventana para vender
tu amor de contrabando;
y yo aquí,
como un Romeo cualquiera,
borracho,
gritando a todas las ventanas
para que me abran
porque lo peor de que te fueras
es que te llevaste tu calor,
y en los cuentos no sé,
pero aquí,
en el mundo de los poetas
siempre hace frío.

martes, 17 de diciembre de 2013

¿Sobrevivirías?

¿Qué pasaría si digo que este es mi fin?
Que no sé escribir sin echar de menos,
que no sé echar de menos sin escribir.

¿Qué pasaría si a cada paso que doy les siguieran los tuyos?
¿Sobrevivirías?

Otra vez esa absurda sensación de que ya nos hemos olvidado otras veces, tantas como poetas han renacido para escribir sobre nosotros.
Qué de tinta mal gastada, qué de versos vacíos, qué de besos mal escritos.

¿Qué pasaría si suponemos que no te echo de menos?
¿Sobrevivirías?
¿Volverías para salvarme como sólo saben hacerlo los que se saben olvidados?

Hay miles de bailes perdidos por el tiempo, y es cierto que tú y yo sólo perdimos uno, pero también es cierto que fue el único que disfrutamos.

He guardado todas tus mentiras y he cargado con ellas mi mejor arma,
tu sonrisa.
He deshecho todas las camas en las que un día nos matamos.
He dibujado en nuestra lápida el dolor a flor de piel.

¿Qué pasaría si todo lo que escribo hablase de ti?
¿Sobrevivirías?

Quizá será verdad que ya no habrá más corazones olvidados por el tiempo,
ni segundos que serán nuestros,
ni hostias que parecerán caricias,
ni tinta mal gastada.

Quizá ya no habrá más besos mal escritos,
o quizá tus labios ya no volverán a pronunciarme.

Pero...
¿Qué pasaría si suponemos que ya me has olvidado?
¿Qué pasaría si vuelvo para salvarte como sólo saben hacerlo los que se saben olvidados?

Qué tontería,
los dos sabemos que no sobrevivirías.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Hoy no eres tú.

Suenan tambores de guerra y tú sigues pensando que esta revolución te pillo a contrapié.

Pasas otro día más en el infierno de sus versos preguntándote a cada momento si se acuerda de ti o si vendrá alguien que te dé los buenos días mejor de lo que lo hacía él; pero aunque duela sabes que ese infierno es tu única patria y su sexo tu bandera.

Mientras subes las escaleras te convences de que pasarás el resto de tu vida follando porque tienes miedo de hacer el amor, porque siempre estalla.

Metes la llave en la cerradura y esperas unos segundos para que a él le dé tiempo a ir corriendo y abrir la puerta antes de que puedas hacerlo tú, pero al igual que ayer eso no pasará. Aun así abres la puerta con la esperanza de que huela a cena recién hecha y te espere conteniéndose las ganas de romperte la falda y lanzarse en un viaje en caída libre hacia el abismo de tus despojos; pero hoy no es tu falda la que quiere romper, ni tus despojos los que quiere reconstruir.

Tu cama aún huele a sus orgasmos y tú te refugias en su calor en busca de los pedazos de vida que perdiste en cada batalla que librasteis en ella.

Mientras el resto de la ciudad duerme, tú te sueltas el pelo y te preguntas los porqués de aquellas preguntas que nadie quiso responderte por miedo a cambiar el rumbo de tu vida.


Te desnudas y recorres tu intimidad pensando que aunque lleguen trapecistas que te enamoren con sus saltos mortales, tú seguirás siendo la única pregunta sin respuesta.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Siempre fuiste una puta.

Tu sonrisa tras el último beso,
tus manos recorriendo otros sexos
y negando que lo haces pensando en mí,
tus pasos que se alejan,
una partida con la baraja marcada,
una ruleta rusa con todas las balas
en la recámara.

El hoy de tus labios,
el ayer de tus mañanas,
el mañana de tus mentiras.

El humo tras el último cigarro
después del último polvo
que nunca terminamos,
ese humo que desaparece
como el recuerdo de tus piernas.

Perderte y ser el que más ganó,
saber que nunca fuiste lo que quise
aunque quería quererte,
una musa que se corre sólo de pensarte.

Los cuentos de tus noches de verano,
hacerme el amor y echar de menos tus manos,
jugar con todo perdido y todo por ganar,
dejarse llevar y volver a ser animales sin domesticar.

Llevarme a conocer cada uno de tus rincones,
volverte de espaldas en cada silencio,
en cada palabra que hoy no escribo,
escribir con tu carmín un "Te odio" en el espejo,
besar cada foto que nunca nos hicimos.

Matar de un tiro al monstruo de debajo de mi cama
y dejar que ocupes su lugar sobre ella,
odiar cada segundo que te pienso,
follarme a cada verso que te escribo,
volver a cada sitio que olvidamos.

Conocer otras camas y volar,
volar cada vez que te corres pensando en mi,
aunque lo niegues,
bailar con tu recuerdo para siempre.