domingo, 8 de diciembre de 2013

Hoy no eres tú.

Suenan tambores de guerra y tú sigues pensando que esta revolución te pillo a contrapié.

Pasas otro día más en el infierno de sus versos preguntándote a cada momento si se acuerda de ti o si vendrá alguien que te dé los buenos días mejor de lo que lo hacía él; pero aunque duela sabes que ese infierno es tu única patria y su sexo tu bandera.

Mientras subes las escaleras te convences de que pasarás el resto de tu vida follando porque tienes miedo de hacer el amor, porque siempre estalla.

Metes la llave en la cerradura y esperas unos segundos para que a él le dé tiempo a ir corriendo y abrir la puerta antes de que puedas hacerlo tú, pero al igual que ayer eso no pasará. Aun así abres la puerta con la esperanza de que huela a cena recién hecha y te espere conteniéndose las ganas de romperte la falda y lanzarse en un viaje en caída libre hacia el abismo de tus despojos; pero hoy no es tu falda la que quiere romper, ni tus despojos los que quiere reconstruir.

Tu cama aún huele a sus orgasmos y tú te refugias en su calor en busca de los pedazos de vida que perdiste en cada batalla que librasteis en ella.

Mientras el resto de la ciudad duerme, tú te sueltas el pelo y te preguntas los porqués de aquellas preguntas que nadie quiso responderte por miedo a cambiar el rumbo de tu vida.


Te desnudas y recorres tu intimidad pensando que aunque lleguen trapecistas que te enamoren con sus saltos mortales, tú seguirás siendo la única pregunta sin respuesta.

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