Se deshacen sus dedos entre las cuerdas de una guitarra que
nunca sonará, mientras lloran los sueños que un día olvidó por querer
volar a su lado.
Sabe que jamás estuvo tan cerca de quemarse como cuando
ella esperaba su llegada, impaciente; porque sin él, ella no podía ser.
Pero ese ser cumplió todos sus miedos y se convirtió en
parecer, y todo lo que un día fue se desvaneció como se desvanece, a día de
hoy, el tiempo entre sus manos.
Los días pasan y sus ojos cada día son más grises si no
se reflejan en los suyos, y sus manos cada día son más torpes si no se pierden
en su cuerpo; porque sin ella, él no quiere ser.
Recuerda sus labios desordenando rutinas, sus besos
deshaciendo inviernos, sus pasos alejando el caos de su pasado.
Y a pesar de su daño, sabe que un día ella le echó de
menos cuando el frío de su cama vacía la abrazo como nunca antes lo había hecho
nadie.
Pero sin él, ella si era.
Sus huellas ya se han cansado de salvar recuerdos y todo
lo que un día fue, se perdió entre el dulce caos de una nueva despedida.
Pasó el tiempo y sus dedos se deshicieron entre las
cuerdas de una guitarra que nunca dejó de sonar.