viernes, 4 de septiembre de 2015

Gatos negros.

En aquella ocasión caminé sobre el filo de la media noche, viéndola bailar, perdiendo la razón, tropezando con cada nudo del pasado.

El sinsentido de mis manos si no están en su cuerpo. Huérfanas de sus caderas.

Y qué ganas de dormitar sobre su pecho, como si no hiciera falta cambiar el mundo, como si no fuera ella la revolución que todo el mundo necesita.

Algunas veces pienso que tal vez, un día, alguien lanzará al viento todas y cada una de las notas de piano que marcaron nuestro andar, que despertaremos de este sueño y veremos danzar a la libertad hecha sentimiento.

Algunas veces pienso..

Pienso que de las ramas de cualquier árbol colgarán ahorcados todos los segundos que perdimos.. una catástrofe aunque fueron enemigos.

¿Y si nos equivocamos?

¿Y si los segundos aún están por perder?

Los gatos negros están hartos de supersticiones...
Y yo, debería calmar mis ansias de ser algo que no soy.
Si somos gatos negros... disfrutemos de la noche.

Al fin y al cabo, la raya del horizonte nunca es demasiado corta y bailar con ella nunca fue tarea sencilla.

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