Todo el mundo sabe que el mejor sitio para escribir es la lluvia, y así comenzó esta historia de la que siempre fui un actor secundario.
Todo el mundo sabe que los que mueren por unos labios al final se suicidan por la misma razón que traicionaron, que a su lado saben mejor las despedidas, que los domingos huelen a Chaouen y a Sabina.
Las cuerdas que un día me ataron a tu cama hoy me ahogan y cada noche prometo que esta es la última poesía que escribo, pero no sé en qué punto de la obra me enamoré de las historias de piernas largas y de sus andares seguros que suenan a "por favor no me hagas daño", no sé en qué momento me hice adicto a las bocas que muerden y desgarran mis sueños con la intención de que pase las noches escribiendo.
Cada historia tendría que tener un final que explique por qué siempre hay uno que llora cuando es el otro quien lo siente o por qué se dicen tantas tonterías antes de dar el beso más dulce, el de la despedida.
Parece como si fuera un náufrago que espero en medio de la nada a encontrar tu cuerpo y hacer de él mi patria, escalar todas esas curvas que tanto me costó olvidar y escribir en tu espalda el mensaje de amor con el que empiezan todas las revoluciones.
Todos los libros en los que me perdí hablaron de ti, parecía que todos los poetas soñaban contigo.
Perdona si no fui lo que esperabas o si en verdad no eras tú a quien yo esperaba. No me di cuenta del momento en el que esta historia cambió de dirección y fui yo el primero en empezar a olvidar, el primero en borrar todas tus huellas para que ni el pasado pudiera recordarte.
A tu recuerdo lo maté porque era mío.
No te lo vas a creer pero ya no estoy enamorado de la lluvia que un día nos mojó y dio paso a esta historia de la que me arrepiento a cada palabra que escribo.
Esta obra está llegando al final y el público se muere por saber quien de verdad lo siente y por qué es el otro quien llora, aunque no creo que lleguen a entenderlo nunca.
Es mi turno de esperar a la próxima lluvia que de paso a una nueva historia, de la que tal vez me arrepienta y siga sin entender por qué hay uno que lo siente y es el otro quien llora, una historia que terminará como muchas otras, cada uno por su lado midiendo su propia soga.
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