Mañana siempre será tarde y sin quererlo jugaremos a volver a ser niños que juegan sin miedo y lloran sin más preocupación que el abrazo que vendrá a calmarles.
Nos convertiremos en seres racionales que cada noche se dormirán intentando soñar cosas imposibles que se harán posibles al contacto con la realidad. Nos pasaremos la vida buscando a otra persona a la que querer sin saber hacerlo, nos jugaremos toda la vida por el beso de los primeros labios que digan "te echo de menos". Saldremos a la calle en un acto suicida de autodestrucción a ver quién tarda menos en hacernos daño, para que al final, cuando el daño esté hecho y solo queden restos, hacer recuento de lo que nos queda, como el último superviviente de una guerra, sin más certeza que la de saber que seguimos vivos.
Pasarán los días frente a nosotros y seguiremos buscando a esa persona con la que compartir recuerdos y un futuro incierto (si es que hay), una persona con la que compartir cama y orgasmos.
Y es que nos convertiremos en expertos de la mentira, en maestros del sexo a quemarropa...
A lo mejor, con suerte, no la encontramos y aprendemos a ser dueños de nuestras propias derrotas; a lo peor, la encontramos y aprendemos a vivir con el mundo derrumbándose a nuestros pies.
Mañana siempre será tarde y sin quererlo jugaremos a volver a ser niños que juegan sin miedo y lloran sin más preocupación que el abrazo que vendrá a calmarles; pero sin quererlo, volveremos a crecer y cometeremos mejor los mismos errores sin un abrazo que nos calme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario